Sin dejar a nadie atrás

Algunos no tenían un nombre escrito en el registro civil, no había una formalidad del Estado que los reconociera. Pero allí estaban: niños de dos, tres, cuatro años, desconocidos para el Estado, pero plenos como cualquier otra persona, como todas las personas y como todos los niños.

En ellos resaltaban sus ojos vivaces y sonrisas genuinas, alegres por la compañía y por el momento que no buscaba otra cosa, sino celebrar su infancia a través del juego.

Habían sido evaluados en las primeras horas de la mañana por la pastoral de la parroquia Nuestra Señora de Coromoto y San José Protector con la asesoría de Cáritas de Venezuela. Verificaron el estado actual de su peso y sus estaturas. El signo de la desnutrición era evidente en algunos.

Niños de diez años que parecían de seis, niños de seis que parecían de cuatro, niñas que criaban bebés y así sucesivamente.

A pesar de estar al tanto de las noticias sobre la emergencia humanitaria que atraviesa Venezuela, fue una experiencia devastadora para mí ver en un grupo de niños la consecuencia de esta crisis, que parece eterna y que ya nos cubre a todos. Porque no es solo los más vulnerables, somos todos, todos somos personas que vivimos en este país y a todos nos debería doler.

Si bien algunos de estos niños no son reconocidos por el Estado, nosotros como personas si lo hacemos, sí podemos hacerlo. No es posible sustituir el rol que desempeña el Estado en la procura de la seguridad alimentaria para sus ciudadanos, o para el acceso a derechos tan fundamentales como la educación y los servicios de salud, pero si podemos alzar la voz para la defensa de sus derechos.

Mi visita a la comunidad fue posible gracias a la actividad de Responsabilidad Social Corporativa de 032 Comunicaciones, empresa donde colaboro, y lo que se buscaba aparte de compartir alegría con los niños en una época tan especial como la navidad, es también resaltar la importancia de la iniciativas ciudadanas y empresariales para impulsar el desarrollo de las comunidades.

No puede haber desarrollo en el país hasta que nos involucremos todos en la defensa por mejores condiciones de vida. Cada uno de nosotros siempre tiene algo que aportar desde nuestro rango de acción, así sea desde pequeños gestos hasta los más grandes que podamos hacer.

Como regalar un juguete en navidad, porque el juego es un derecho y la herramienta que tienen todos los niños para aprender y  desarrollar sus habilidades cognitivas.

Como atender a una comunidad que se encuentran en vulnerabilidad extrema porque no tuvieron posibilidades y se encuentran muy limitados,  verificar su avance nutricional, pedir ayuda para que puedan superar esta etapa, como lo hacen las Hermanas de La Sierrita y la pastoral de la parroquia.

O establecer lazos con las organizaciones de la sociedad civil, para que el reclamo tenga más fuerza y visibilidad en todos los públicos.

El Estado venezolano debería alcanzar para esto, pero no lo hace, no es capaz, por eso nos necesitamos a todos. Si hay alguien con hambre, todos tenemos hambre, si hay alguien preso injustamente, a todos nos están quitando la libertad.

Es tiempo de reencontrarnos con el otro, así nos encontramos a nosotros mismos, a todos, solo así podemos conseguir el país de desarrollo que queremos. Sin dejar a nadie atrás.

Equipo de 032Global junto a las hermanas de la Sierrita. Municipio Mara, Estado Zulia. 

Publicado por

Naberrie93

Vivo en Venezuela y me gusta escribir.

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